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El país centroamericano se convirtió en el primer país en adoptar el bitcoin como divisa de curso legal, en un movimiento que ha hecho que la nación y muchos otros países debatan las oportunidades y los riesgos de las criptomonedas

“Esto generará puestos de trabajo y ayudará a proporcionar inclusión financiera a miles de personas que están fuera de la economía formal’’, dijo Nayib Bukele, Presidente de El Salvador entre aplausos al anunciar su propuesta, en un vídeo presentado en una conferencia sobre la criptomoneda celebrada en Miami.

El mensaje, en inglés, estaba dirigido a una audiencia de amantes de las tecnologías y las criptomonedas. Pero esa fue también la primera vez que gran parte de los salvadoreños escucharon sobre la nueva moneda que pronto estará en sus vidas.

Los expertos aseguran que el impacto en El Salvador era el esperado: mientras que su anuncio en junio no tuvo repercusiones en la cotización de mercado de las criptomonedas, la puesta en marcha de la propuesta, efectiva desde el 7 de septiembre sí ha causado efectos importantes.

La venta masiva contagió a todo el mercado, que marcó caídas de entre el 30% y el 40% en el caso de algunas criptomonedas, y se produce después de un repunte de casi 75% desde finales de julio. Aún así, Bitcoin encontró soporte y rebotó en su precio promedio en los últimos 50 días y recuperó parte de sus pérdidas para operar por encima de su promedio de 200 días, de alrededor de US$ 46.000.

Construcción de reservas

Algunos analistas consideran que el éxito de la propuesta del Presidente Salvadoreño depende del volumen de las transacciones y la participación de inversionistas extranjeros. Eso significa que necesitará algunas «ballenas» que inviertan en negocios o bienes raíces en El Salvador.

Frente a este escenario, Bukele continua profundizando la gestión legislativa del Bitcoin con un decreto donde la empresa estatal de electricidad geotérmica del país se pondrá a disposición para minar criptomonedas.

Bukele también necesita que Bitcoin circule fácilmente si quiere jugar un papel positivo en la economía. Si un día realmente intenta mover el sistema monetario a uno basado en bitcoin, estará aceptando una restricción muy estricta sobre la oferta monetaria, mucho más restrictiva que el dólar. La única forma de evitar el colapso de la economía será construir reservas de bitcoins, tal como los gobiernos solían acumular oro.

Es común que los países fijen su moneda a una más difícil, para imponer una disciplina que su política interna no pudo. Pero los países sin amplias reservas luchan por mantener la paridad cambiaria, ya sea Argentina o el Reino Unido en 1992. Por su parte, Hong Kong sobrevivió por poco a un asalto del mercado a su caja de conversión en 1998. El Salvador, sin embargo, no depende de una paridad: retiró el colón e hizo del dólar su moneda de curso legal. Esto le permitió evitar estos dramas monetarios; abrazar bitcoin lo devolverá a la búsqueda de acumular poder financiero.

Consecuencias no deseadas

En teoría, si el país puede acumular suficientes reservas de bitcoins a lo largo del tiempo, podría intentar dar el salto para convertir al bitcoin en su moneda oficial.

Sin embargo, eso no está sobre la mesa hoy. El Salvador no está destruyendo su dependencia del dólar. Este experimento tampoco es relevante para la cuestión de si bitcoin alguna vez puede servir como moneda transnacional.

Todo apunta que el éxito del Bitcóin como moneda oficial dependerá de la velocidad y el grado en que pueda atraer reservas de bitcoins; lograr que su gente envíe remesas en bitcoins (y supere el problema de confianza con respecto a Bandesal); atraer ballenas criptográficas para invertir y operar en el país; y crear exportaciones con precios en bitcoins, lo que significa encontrar compradores dispuestos a realizar transacciones de esa manera.