El impacto de la pandemia de COVID-19, seguido de interrupciones en la cadena de suministro en todo el mundo, ha provocado un resurgimiento de empresas que traen el abastecimiento y la manufactura de sus productos de regreso a los Estados Unidos y a países vecinos.

Desde algunos años, las empresas multinacionales estadounidenses y canadienses han mostrado un interés creciente en relocalizar sus redes productivas internacionales desde regiones lejanas (principalmente Asia) hacia países cercanos en América Latina y el Caribe.

Este proceso de nearshoring es el resultado de varios factores, entre ellos: tensiones comerciales y tecnológicas con China, interrupciones en las cadenas globales de suministro, el aumento del costo relativo del capital humano en varios países asiáticos, los riesgos de seguridad y propiedad intelectual, y las diferencias horarias, culturales, e idiomáticas.

Si bien la pandemia sigue siendo un catalizador, el interés por la relocalización y la externalización cercana ha ido en aumento durante los últimos años. Las empresas están lidiando con costos crecientes para obtener y producir bienes en China y otros lugares asiáticos. Todos estos factores han alentado a los fabricantes a acercarse a la fuente de consumo.

Frente a este panorama, el nearshoring (subcontratación lejana) en América Latina y el Caribe podría incrementar las exportaciones de bienes y servicios de la región hasta en US$78.000 millones, siendo las economías centroamericanas y caribeñas las principales beneficiarias, según proyecciones realizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). De acuerdo al organismo, las industrias automotriz, textil, farmacéutica y de energías renovables se beneficiarán significativamente.

Reequilibrio de las cadenas de suministro

Los crecientes costos asociados con la fabricación en China han hecho que la región sea cada vez más atractiva no solo para las empresas estadounidenses y canadienses, sino también para las empresas europeas.

Bajo este enfoque, las empresas están trasladando parte de la producción y el abastecimiento de China a otros países asiáticos y latinos, a un tercio de los costos. Una variación de ese tema involucra a las empresas que trasladan la fabricación desde Asia y la obtienen a lo largo de la frontera entre EE. UU. y México.

Para las empresas estadounidenses, el abastecimiento y la producción en México y otros países de la región también tienen una ventaja arancelaria. «Los bienes que provienen directamente de China están sujetos a una tarifa de penalización del 25%. Entonces, si fabricas en México en lugar de China, obtienes un ahorro del 25% en el costo”, señaló Rosemary Coates, directora ejecutiva del Rehoring Institute.

Si bien las economías más grandes de América Latina verán los mayores aumentos en las exportaciones por valor total, un análisis de las proyecciones del BID en comparación con los PIB de cada país revela que en realidad son los países de América Central y el Caribe los que verán sus economías más impulsadas. .

Más allá de México, para el cual el aumento total proyectado en las exportaciones de bienes representa el 3,3% del PIB del país, los aumentos potenciales totales observados en las otras cinco de las seis economías más grandes de la región representan no más del 1% del PIB.

Entre ellos se incluyen Argentina (1 %), Colombia (0,95 %), Chile (0,72 %), Perú (0,7 %) y Brasil (0,54 %), según las últimas cifras del PIB (2020) publicadas por el Banco Mundial.

Entre los diez países que verán los mayores aumentos en las exportaciones como porcentaje del PIB, todos excepto México son países centroamericanos o caribeños.